La naturaleza hoy está más muerta que nunca. La musa se ha quedado sin poeta, esta semana la dejaba huérfana Toni Catany.
El fotógrafo mallorquín nos abandonaba a los 71 años. Premio Nacional de Fotografía del Ministerio de Cultura en 2001 y Caballero de la Orden de las Letras y las Artes en Francia en 1991, Toni Catany fue un artista reconocido internacionalmente y considerado uno de los 100 mejores fotógrafos del mundo por la revista Life.
Comenzó su carrera con reportajes de viajes en la revista Destino y en La Vanguardia, contando a su manera la realidad de Israel y Egipto. Se especializó en los bodegones y en la memoria, y fue un obsesionado por el paso del tiempo. Publicó distintos libros, siendo el más relevante su Natures Mortes (1987), y supo ser fiel testigo de una España que vivía y sentía en blanco y negro con fotografías como su famoso Nin (1967).
Retrató a intelectuales y artistas, pero siempre le fascinaron los tipos anónimos, la gente de su pueblo y cómo el paso del tiempo hacía mella en ellos. Un sensible acróbata entre el blanco y negro y el color, entre lo real y lo imaginario, entre la fotografía y la pintura, que supo hacer suya la tecnología para que esa naturaleza muerta que tanto amaba y que hoy llora su pérdida permaneciera siempre viva en su obra.
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