EMMET GOWIN en Sala Azca

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«Emmet Gowin tiene una voz poética inconfundible”, así recibe la Fundación Mapfre de Azca al visitante en esta exposición que narra los más de 30 años de carrera de este fascinante fotógrafo. En la obra de este autor americano se entremezclan poesía y fotografía, o mejor dicho, convierte la fotografía en poesía. Su delicadeza, la naturalidad de los sujetos, la cotidianeidad del ambiente…le convierten en un fotógrafo con un tacto especial para el arte.
Emmet Gowin nace al sur de Virginia en 1941 en el seno de una familia religiosa, donde crecerá influenciado por dos concepciones: una autoritaria y exigente de un padre metodista; otra cariñosa y dulce de una madre cuáquera. Él se identificará más con la visión divina de la madre tanto en su vida como en su obra. Con 14 años se traslada con ellos a la localidad de Chincoteague Island, donde empieza a tomar contacto con la naturaleza y su deseo de ser artista. Sus primeras influencias las encontrará en libros de Robert Frank, Cartier-Bresson, Eugéne Atget o Walker Evans. Empieza a disparar con 16 años la cámara de su padre. Tres años más tarde conocerá a su futura esposa, Edith Morris, quien será el eje de su obra. Ella será “la experiencia redentora de su vida” “el poema que ocupa el centro de su obra”. A través de las fotografías de su mujer nos hace partícipe de su intimidad, del misterio de la vida privada porque la retrata al principio de conocerla, en el hogar, desnuda, poco antes del matrimonio, embarazada, en medio de la naturaleza e incluso después de su muerte.
A lo largo de la exposición nos podremos encontrar con citas del propio autor sobre el vínculo con su mujer: “Mi corazón y mi mente la siguen a través de los gestos, las habitaciones y los días. Por la noche nos acurrucamos juntos como zorros en busca de calor”.
Aunque considera a Edith el hilo conductor de su visión fotográfica, también dedicará su espacio a otros terrenos, principalmente al paisaje y la familia. Podemos ver fotografías de infancia, juventud, desnudo, vejez…y en la última parte de su vida se centrará en viajar. Italia, Petra, Panamá o un recorrido aéreo por naturalezas en decadencia a consecuencia de la actividad humana. “Un paisaje, incluso cuando resulta profundamente deteriorado o brutalmente agredido, sigue estando hondamente animado por dentro”. “Esta es la virtud de la fotografía de paisaje: que el corazón encuentre un lugar donde quedarse”.
La Fundación Mapfre en la Sala de Exposiciones Azca expone la obra de este fotógrafo americano hasta el 1 de septiembre de 2013.

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