Ésta es la historia de un descubrimiento: la revelación de más de 100.000 negativos cargados de misterio que han conmocionado al mundo del arte y la cultura.
Imagínese que está haciendo un trabajo de documentación para escribir un libro de historia en su ciudad y que acude a una casa de subastas a ver que rescata. La curiosidad le puede y compra por 380$ un archivo de fotografías sacadas de un trastero abandonado por un dueño que dejó de pagar la mensualidad correspondiente. Cuando las revisas piensas que quizás no son lo más apropiado para el tema que le preocupa. No obstante, optas por revelar algunos de esos miles de negativos y ofrecerlos por Internet. A esto que llega un historiador y crítico de fotografía de reconocido prestigio llamado Allan Sekula quien te sugiere que trates esas fotografías con respeto y cuidado porque lo que tienes entre manos es más valioso de lo que imaginabas.
El chico en cuestión que encuentra el tesoro se llama John Mallof, es estudiante y a la vez presidente de una sociedad de historia local en Chicago. A partir del suceso, va a dedicar su tiempo y tesón en investigar todo el trasfondo existente alrededor de las fotografías. La dueña en cuestión es Vivian Maller (1926-2009), una figura que sigue siendo enigmática a día de hoy. Hija de padres europeos, pasó la mayor parte de su vida en EEUU y trabajó durante más de treinta años como una humilde niñera. En 1956 se instaló en la casa de los Ginsberg, una familia adinerada que le brindó la oportunidad de tener un baño que emplearía como laboratorio de revelado. En sus ratos libres, o quizás en cualquier momento del día, se dedicó a fotografiar la calle. Con todo lo que ello conlleva, con una mirada siempre humanista de lo que le rodeaba y un sentido innato para la composición, la luz y el detalle. Nunca participó en un curso de fotografía, nunca se juntó a otros fotógrafos para intercambiar puntos de vista o novedades, nunca mostró su obra. Nunca. A nadie. Ese principio de no presentar sus imágenes en sociedad, de reservarse para ella todo lo que genera con la fotografía, de pasar completamente desapercibida hasta después de su muerte, convierte a esta fotógrafa en un sujeto a estudiar, a descubrir y de la que aprender en los próximos años.
A partir de la difusión que se ha realizado de Maier, su talento se ha expuesto en Chicago, Hamburgo, Londres, Munich, Los Ángeles, NY, Budapest, Brescia, Amberes, Moscú, Valladolid y París, siendo su obra reconocida y admirada en cada uno de estos rincones del planeta.
A raíz de todo este proceso de búsqueda del universo de Maier, se ha realizado un documental titulado Finding Vivian Maier, que será proyectado en septiembre en el Festival Internacional de Cine de Toronto. Aquí lo esperamos con los brazos abiertos.
