La fotografía de producto es todo un mundo en sí mismo. Desde los orígenes de la fotografía publicitaria a principios del s.XX con anuncios pictorialistas para compañías como Colgate, Coca-Cola o Gillette, su formato, público y técnica ha ido evolucionando hasta el día de hoy. No así su filosofía, que sigue basándose en la idea de anteponer el poder atractivo e impactante del producto para venderlo en masa. Objetos reflectantes, maquillaje de bebidas frías, brillo, color, emoción…Estamos hablando por supuesto de fotografía profesional para su difusión en medios, porque también tiene cabida en esta explicación aquella fotografía de producto trabajada por un aficionado que en su casa construye un pequeño set y se dedica a ampliar su portfolio como práctica creativa sin afán de lucro. Ése puede ser el paso previo a la fotografía publicitaria, o no.
Sobre este ejercicio menos profesional, diremos que hay varias fórmulas, aunque destacaremos una muy sencilla. Básicamente se sirve de la luz directa del sol para iluminar, de un folio blanco para neutralizar y un flexo para potenciar. Así de simple. Busca en tu casa, tu garaje o en cualquier otra parte, un lugar donde entre mucha luz y que tenga una toma de corriente a mano y sitúa allí tu escenario. Pegas un folio A3 (dependiendo del objeto será mayor o menor) a medio camino entre la pared y el suelo y eso será el set donde vas a fotografiar. La luz del sol será el foco principal, por lo que comprueba que ilumina bien el objeto. Hará sombras dependiendo desde qué ángulo entre la luz, por lo que le añadirás el flexo con luz blanca para difuminar las sombras en un lateral. Éste lo podrás mover a tu antojo, situándolo detrás para iluminar el fondo, arriba o incluso contar con dos para obtener una luz más homogénea. También podrás meterle filtros al flexo con papel de seda de color azul para enfriar o tonos cálidos para aclarar. Todo será jugar con los elementos y conseguir aquella luz que mejor se adapte a tus pretensiones.
Podemos decir que el equipo habitual que se emplea para fotografiar productos es asequible. Dependiendo del gasto podemos encontrar equipos de iluminación variados. El más barato, recomendado para un uso esporádico y no para uso profesional intensivo, es el mini set que instalas en un minuto y que viene con caja difusora blanca, fondos de distintos colores, mini trípode y halógenos de 50w por unos 60€. Por otro lado, encontramos los que son más idóneos que aumentan considerablemente la luz del flash (desde 300w a 1000w) e incorporan softbox, trípodes de pie para el fondo, paraguas, lámpara de modelado…y que se puede encontrar por unos 300€. Éste es muy empleado para componer imágenes de mayor calidad que será la exigida para otro objetivo como es el publicitario.
El esquema tradicional de luces es esta disciplina es sencillo, aunque la calidad y el resultado varia en función del equipo del que se dispone: cámara, tamaño del sensor y lente para la definición de lo fotografiado; flashes y potencia para la luz que moldea el producto.
Exponemos un esquema básico en el que ubicamos nuestro objeto delante de un fondo blanco y una única fuente de iluminación principal, que podemos (o no) componer junto a otras secundarias.
Si apagamos la luz lateral, tendremos una iluminación cenital, que mantendrá el fondo iluminado. El producto tendrá sombra en la parte frontal y su proyección sobre el suelo será de la misma forma que el producto.
Si queremos eliminar la sombra sobre el producto, al esquema anterior, añadiremos dos reflectores blancos, uno a cada lado de la cámara. Con esto, conseguiremos eliminar la sobra, pero también el volumen del producto, teniendo una imagen más plana.
Si sólo dejamos encendida la luz lateral, lo primero que notaremos es que el fondo pierde iluminación y se potencia la sombra sobre el producto dándole más volumen. Para suavizar esta sombra y la que se crea sobre el suelo, añadimos un reflector en la parte contraria a la fuente de luz.
Si queremos una sobra más dura, mantendremos la luz lateral encendida y quitaremos el reflector. El efecto será más dramático, pero en ocasiones puede ser interesante.
Como siempre, este es un trabajo de ensayo y error en el que siempre surgirán pequeños imprevistos. En la fotografía de producto hay que entender que cada objeto absorbe y refleja las luces de una determinada forma y nuestro papel viene determinado por encontrar la manera de disponer los elementos para hacerlo lo más atractivo posible. Como siempre, la imaginación y nuestra cabeza son el mejor aliado.
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Fuente: Xakatafoto.